A pesar de que la gran mayoría de los plásticos presentes en el mar llegan ahí a través de los ríos, la contaminación por plásticos en los ecosistemas de agua dulce no ha recibido la misma atención que en el medio marino. Un reciente informe publicado por varias organizaciones medioambientales viene a aportar mucha información sobre un problema que afecta gravemente a ríos, lagos y otros cuerpos de agua y sus riberas.
Este estudio paneuropeo consta de dos partes. En la primera, se identificaron los niveles de contaminación por plásticos en ecosistemas fluviales, determinándose qué proporción de esta polución procede de residuos plásticos relacionados con el consumo diario. En la segunda fase se analizaron y compararon las diferentes acciones que podrían abordarse para disminuir esta contaminación, en particular los hábitos individuales de consumo responsable con mayor impacto en la reducción de estos contaminantes en los ecosistemas estudiados.
La proporción de plástico en el total de la contaminación detectada en el estudio alcanzó un promedio del 70%. De los casi 200.000 artículos plásticos analizados, un 37,5% estaban relacionados con hábitos de consumo diario, apareciendo en orden de importancia las botellas de plástico (14%), envoltorios de comida (12%), colillas (9%), envases alimentarios (6%), bastoncillos (5%), vasos (4%), artículos de higiene íntima femenina (3%), relacionados con el tabaco (2%), cubertería (1%) y bolsas (1%).
En España, se estima que un 44% de las cuencas fluviales reciben un alto impacto contaminante por la presencia de residuos plásticos flotantes (en los que se centra el estudio, que no cuantifica el volumen de plásticos agroganaderos) o en columna de agua, fondos y especialmente, riberas. La vertiente mediterránea es la más afectada, sobresaliendo la cuenca del río Segura en la que este problema se ha cronificado. No obstante, la contaminación por plásticos afecta gravemente a muchas otras cuencas peninsulares como las del Bidasoa, Ebro, Guadiana, Tajo, Duero o Miño.
El problema europeo con las botellas de plástico queda patente si consideramos que el consumo promedio por consumidor es de 150 botellas de agua al año, si bien este estudio no discriminó el tipo de líquido contenido (leche, agua, detergentes, productos de limpieza etc.). Los envoltorios de comida más frecuentes son films plásticos metalizados difícilmente reciclables (patatillas, galletas, chocolatinas). Por lo que respecta a las colillas de cigarrillos, la mayoría contienen acetato de celulosa, de difícil degradación. Los consumidores parecen rechazar hasta ahora las alternativas biodegradables disponibles, realizadas a partir de fibras vegetales.
En cuanto a los envases alimentarios, se trata fundamentalmente de barquetas de poliestireno, estimándose en unas 1.300 Tm la cantidad de plástico que podría retirarse de los ecosistemas estudiados si se sustituyeran por alternativas biodegradables y/o reutilizables, como en el caso de los bastoncillos, para los que existen alternativas en madera o papel que permiten su compostaje. El estudio propone igualmente la utilización de vasos reutilizables de cristal o bambú. El volumen de compresas, tampones, toallitas húmedas y pañales alcanza las 3.400 Tm, existiendo asimismo alternativas reutilizables y/o biodegradables en el mercado para estos productos.
Finalmente por lo que respecta a las bolsas de plástico de un solo uso, la introducción de medidas para su control en la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea ha reducido su utilización en un 80% desde 2014, a pesar de que muchas cadenas de supermercados europeos siguen dispensándolas aplicando elevados márgenes comerciales.