Desde la enfangada Ría de O Burgo en Coruña hasta la degradación del Mar Menor en Murcia, pasando por la encamalotada cuenca del Guadiana en Badajoz, la erosionada costa de la Algaravía portuguesa o la pérdida de calado en muchos puertos del Mediterráneo, sin olvidarnos de la acumulación de lodos tóxicos resultantes de actividades mineras o industriales -como en el pantano de Flix-, a la península ibérica se le acumulan los deberes medioambientales. Y ya sea por su complejidad técnica, por la ineficacia de una administración fragmentada y descoordinada, por la politización –y corrupción- de los entornos académicos y de gestión, por la escasez de agentes con la capacidad operativa requerida o por los recortes presupuestarios que vienen arrastrándose desde la crisis, lo cierto es que luego de muchos años transcurridos desde su identificación y caracterización, estos problemas medioambientales permanecen a la espera de soluciones efectivas.
Como a perro flaco todo son pulgas, todo parece indicar que estos problemas tenderán a agravarse a medida que los efectos del calentamiento planetario y la globalización incidan sobre el nivel del mar, las alteraciones de los patrones climáticos, la acidificación oceánica, la erosión costera, la proliferación de especies alóctonas o la eutrofización. Afortunadamente, una serie de herramientas han sido desarrolladas en los últimos años para la ejecución de proyectos de regeneración no sólo de manera respetuosa y medioambientalmente sostenible, si no a menor coste que con las técnicas tradicionales. Para el abordaje exitoso de este tipo proyectos, cobran especial importancia todas aquellas que se engloban generalmente bajo el concepto de dragado medioambiental.
Las operaciones de dragado medioambiental se llevan a cabo con el propósito de retirar del medio lodos y sedimentos sensibles o tóxicos, reduciendo de esta forma los riesgos de impacto medioambiental. Cinco características definen este tipo de operaciones: responsabilidad medioambiental, precisión, monitorización, eficiencia y transparencia. En términos de responsabilidad medioambiental, estos proyectos deben tener un alcance perfectamente definido y contar con las autorizaciones preceptivas, requiriendo de un estudio previo que caracterice apropiadamente el entorno en el que se van a llevar a cabo (oceanografía, limnología, fauna y flora, ecosistemas de litoral, etc.). Deben además tipificar el tipo de sedimentos sobre los que se va actuar: materia orgánica, metales pesados, compuestos químicos, macro/microplásticos, fertilizantes, hidrocarburos, biotoxinas, pesticidas, etc.
Entre las nuevas herramientas que facilitan la precisión de estas actuaciones, se encuentran aquellas que permiten la delimitación exacta de zonas como la geolocalización, el mapeo satelital, los sistemas de información geográfica (GIS), fotogrametría, topografía costera y la visualización y modelización digital. También todas aquellas sobre las que se basa la batimetría moderna, como el georadar submarino, sónar, la construcción de cortes transversales mediante videografía de arrastre, etc. Estas técnicas se complementan actualmente con una gran oferta de softwares para el geoposicionamiento preciso, tales como Novatron, TopCon, Sultan Hawk, MMGPS+, etc.
La estrategia de monitorización durante las operaciones de dragado medioambiental ha de plantearse no sólo sobre el agua, sino también sobre las algas, la fauna del fondo o béntica y las comunidades de coral. Durante la ejecución de los trabajos cobra especial importancia la monitorización de partículas en suspensión y turbidez, que puede realizarse con asistencia satelital, reciente mejorada para la península ibérica con la entrada en funcionamiento de los nuevos sistemas Hispasat 30W6, PAZ y SEOSAT. La utilización de drones aéreos o submarinos, así como boyas inteligentes para el mapeo de fondos, la recogida de muestras o la monitorización en continuo de parámetros de calidad de agua viene implantándose cada vez con más frecuencia como estrategia de reducción de costes en las operaciones de dragado medioambiental.
La maximización de la eficiencia en este tipo de proyectos requiere de un planteamiento nítido sobre tres directrices: una estructura de gestión adecuada, que incluya una dotación de personal suficiente y una dirección cualificada, además de asesoramiento, observadores, coordinador, subcontratas etc. Protocolos técnicos claros, que definan el equipamiento a utilizar, metodología y logística, especificando los volúmenes y coordenadas a dragar etc. Y una estrategia viable para el manejo y gestión de los residuos generados durante el dragado, que especifique la metodología a utilizar en cada caso, ubicación, inertización, transporte, reprocesado, valorización etc.
La combinación de la ecodraga Watermaster con la técnica de los geotubos ha permitido el abordaje exitoso de proyectos difíciles de limpieza y regeneración medioambiental, tanto en agua dulce como en entornos marinos. Esta pequeña draga finlandesa opera con gran eficiencia y precisión, lo que unido a su movilidad –es capaz de desplazarse en tierra y agua sin grúas, remolcadores ni embarcaciones de apoyo-, versatilidad –con una potente corona de corte y aspiración que le permite bombear hasta 900 m3/h de lodos y descargarlos a una distancia máxima de 1,5 km desde el punto de dragado- y polivalencia –susceptible de realizar trabajos de dragado de aspiración, rastrillado de vegetación, retroexcavación o colocación de pilotes con una única máquina- la han convertido en la herramienta de elección para trabajos hasta en 6 metros de profundidad.
Esta ecodraga ya opera en más de 70 países realizando proyectos para la prevención de inundaciones, limpieza de canales urbanos, eliminación de vegetación invasora o mantenimiento operativo de puertos y vías acuáticas, y suele utilizarse descargando los sedimentos aspirados sobre geotubos, sacos de gran volumen prefabricados con membranas geotextiles que permiten la retención y deshidratación de sólidos para su posterior procesado en condiciones de bioseguridad. La flexibilidad y robustez de estas estructuras permiten su utilización en proyectos de protección contra la erosión litoral, la inertización de fangos tóxicos o la recuperación de materiales valiosos, favoreciendo el control de costes en actuaciones de regeneración medioambiental.
Finalmente la ejecución exitosa de este tipo de proyectos requiere de una estrategia capaz de garantizar la transparencia del proceso, implicando a las comunidades afectadas, promoviendo una actitud informativa y una gestión responsable y receptiva que facilite la interacción entre las partes implicadas, así como el rendimiento de cuentas a la finalización del proyecto.