Un reciente proyecto de investigación indica que el consumo de pescado y otros alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 podría ayudar a mantener un cerebro sano y evitar enfermedades cardiovasculares asociadas al envejecimiento. En este estudio participaron 1.575 pacientes con una edad promedio de 67 años sin antecedentes de demencia, una condición por lo general asociada a la pérdida de memoria. El estudio aparece en el número de Febrero de la revista Neurology.
El autor principal de este trabajo es el doctor Zaldy Tan, investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). La conclusión más relevante de este trabajo fue que los participantes con bajos niveles de omega-3 en sangre tenían un cerebro ligeramente más pequeño, y obtuvieron calificaciones inferiores en tests de memoria,que aquéllos con niveles más altos de omega-3 en sangre. Estas diferencias se mantuvieron incluso después de tener en consideración una serie de variables tales como edad, sexo, educación, índice de masa corporal, tabaquismo y el genotipo para la apolipoproteína APOE.
Varios estudios han demostrado que las dietas que incluyen pescado, tales como la dieta mediterránea, reducen la incidencia de problemas cardiovasculares. Algunos sugieren asimismo que la ingesta regular de pescados azules como el salmón y el atún puede reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer y otras causas de demencia.
Sin embargo, existe controversia sobre la relación entre los hábitos alimentariosy la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer. Una razón para esta discrepancia puede derivar de que la mayoría de los estudios nutricionales se basan en cuestionarios de frecuencia alimentaria para determinar los alimentos que componen la ingesta, lo que puede no reflejar con exactitud lo que se consume en un período determinado.
El estudio dirigido por el Dr. Tan registró el nivel de ácidos grasos omega-3 en el interior de los glóbulos rojos de los pacientes durante más de tres meses. Aquellos que tenían el nivel más bajo de ácidos grasos omega-3 en sangre mostraron un menor volumen cerebral. Estos pacientes obtuvieron igualmente calificaciones más bajas en varias pruebas de agilidad mental tales como la resolución de problemas, tests de memoria, la participación en tareas múltiples y el pensamiento abstracto.