Una combinación letal de factores climáticos y oceanográficos está causando esta primavera una mortalidad masiva en granjas de salmón noruegas, estimándose las pérdidas en miles de toneladas que se traducen en centenares de millones de euros, al encontrarse muchas jaulas ocupadas al fin del ciclo de engorde por animales próximos a la talla comercial (3 a 5 Kg de peso).
Los primeros episodios fueron detectados el 12 de Mayo en las provincias nórdicas de Nordland y Troms, que ya habían sido afectadas por mortalidades masivas de similar etiología durante los meses de Mayo y Junio de 1991. Elevadas concentraciones de la microalga haptofita Chrysochromulina leadbeaterii han sido detectadas en la áreas afectadas. Se trata de una especie común en aguas noruegas, de pequeño tamaño –generalmente inferior a diez micras- pero que en condiciones medioambientales específicas puede causar blooms tóxicos que resultan en mortalidades agudas. Ciertos compuestos hemolíticos segregados por esta microalga afectan a las agallas de los salmones, que ven comprometida su capacidad respiratoria y mueren por asfixia de manera brusca y prácticamente sin aviso alguno.
Factores como la falta de viento y baja turbidez característicos de mares en calma, en combinación con luminosidad intensa y prolongada y salinidades propias de ésta época del año favorecen la proliferación microalgal. Aunque la situación está siendo monitorizada por las autoridades noruegas, la mayoría de los pronósticos basados en modelos hidrológicos predicen un agravamiento de la situación, al expandirse el bloom tóxico y comprometer la continuidad del cultivo en explotaciones situadas en áreas más septentrionales. En varias localidades se registran problemas logísticos de retirada de mortalidades y falta de capacidad para manejar la biomasa durante el proceso de inertización mediante su conversión en harinas.
Si bien es cierto que un número creciente de voces cuestionan la sostenibilidad de la industria, el salmón de acuicultura es actualmente un producto muy popular para el consumidor, producido de manera eficiente en términos de uso de recursos a la vez que manteniendo unos estándares de respeto medioambiental y bienestar animal envidiables. Así por ejemplo, para la producción de 1 millón de Kg de carne de vacuno son necesarias 3.600 hectáreas de pastos, mientras únicamente se utilizan 1,6 hectáreas para producir la misma cantidad de salmón. En los últimos años se ha reducido de un 80% a un 30% el porcentaje de harinas de pescado en los piensos de salmón, alcanzándose niveles de conversión muy superiores a los de otras industrias de producción animal como el porcino o la avícola, aunque manteniendo huellas de carbono muy reducidas (inferiores a 3 kg de CO2/kg frente a los 30 del vacuno o los 6 del porcino).
A pesar de que algunos analistas predicen una pérdida superior al 1% de la producción noruega de salmón debido a esta mortalidad, la acuicultura de esta especie es hoy una industria próspera y en expansión. Las previsiones realizadas con anterioridad al episodio tóxico estimaban en un 3% el incremento del volumen de la producción noruega durante 2019 sobre los 1,2 millones de toneladas producidos el año anterior, registrándose precios medios de 6,4 €/Kg en comparación a los 6,2 €/Kg alcanzados en 2018. Mundialmente el incremento de producción previsto es de un 4%, con un valor total de producción próximo a los 12.000 millones de euros y un impacto laboral en torno a los 150.000 empleos directos. Por contextualizar estas cifras, en España, el país con mayor flota pesquera de la Unión Europea, el volumen total de pescado desembarcado en 2017 procedente de pesquerías fue de algo menos de un millón de toneladas, con un valor total de 2.000 millones de euros y un impacto laboral en torno a los 40.000 empleos directos.