Una fantástica colección de funcionarios, políticos, ONGs y empresarios relacionados con la acuicultura se reunió en La Coruña (noroeste de España) en Noviembre de 2012, con objeto de discutir los retos que afronta la acuicultura europea para la realización de su potencial de crecimiento. Quedó patente la necesidad de impulsar decididamente esta actividad si queremos reducir el déficit de importación de productos del mar, que en la Unión Europea alcanza el 65% del consumo anual total, u 8 millones de toneladas con un valor estimado de mercado de 40 mil millones de euros. En base a las estimaciones actuales de productividad laboral y niveles de inversión, si este déficit fuera satisfecho en su totalidad por la producción de alimentos acuícolas en Europa, resultaría en la generación de decenas de miles de puestos de trabajo directamente relacionados con la actividad.
Si nuestra dependencia externa de productos pesqueros está aumentando, nuestra dependencia externa de materias primas para la alimentación animal es aún mucho peor. Por ello, si el potencial de crecimiento de la acuicultura europea se convirtiera en realidad, tendría un impacto multiplicador sobre el sector agrícola europeo, que se vería en la necesidad de proveer de millones de toneladas de maíz, trigo, lino, soja, colza y otras muchas materias primas para el desarrollo sostenible de estas actividades de producción animal. Obviamente esto redundaría en un impacto exponencial sobre la dinamización del mercado de trabajo local. Y bien sabe Dios que necesitamos esos puestos de trabajo.
Hemos escuchado estos argumentos muchas veces con anterioridad, con muy pocos efectos prácticos. Y nuestro escepticismo está sólidamente fundamentado en la naturaleza bipolar de los mensajes que nuestras autoridades emiten cuando se dirigen a los lobbies pesqueros o al lobby acuícola (si es que existe tal cosa). Mientras en la Unión Europea se sigan destinando muchos más recursos públicos y sensibilidad política al mantenimiento de una industria pesquera reliquia del pasado, que carece del potencial de crecimiento que presenta la industria de la acuicultura para su desarrollo, el futuro de nuestra actividad en estas latitudes pinta más bien negro. La generación de crecimiento sostenible, de puestos de trabajo locales y el aprovechamiento de nuevas oportunidades de mercado requieren de visión, capacidad y coraje político. Tristemente, de éstos ingredientes había muy poca oferta en La Coruña.